marzo 03, 2014
Carl Tanzler y el amor convertido en obsesión mórbida
En ciertos casos, hay un punto en el que la atracción
sexual, el cariño afectivo y el amor se transforman en una obsesión que no nos
deja vivir en sana paz. No diré que todos, pero sí la mayoría de los seres
humanos, hemos sentido en algún momento de nuestras vidas, obsesión por
alguien. Por lo general, personas inseguras de sí misma, de baja estima propia
y con una visión idealista y hasta
romántica de la vida son las más propensas a sufrir esta enfermedad del alma,
tal cual fue el caso de Carl Tanzler y su amor por Helena Milagros de Hoyos.
Tanzler era nativo de Alemania, era médico, poseía
nueve títulos universitarios, había trabajado como técnico de rayos x y se
consideraba inventor, y a los 50 años, en el año 1927 dejó a su esposa y sus dos
hijas y emigró a los Estados Unidos, a las costas de la Florida, donde comenzó
a trabajar en el hospital de la Marina, a partir de año 1934. Antes había
estado también en Australia y pronto trajo a su mujer e hijas a radicarse con
él en su nuevo hogar. Desde muy joven, Tanzler afirmaba que recibía las visitas
de una familiar suya ya muerta, la Condesa Anna Constantia Von Consel, quien
según él, le reveló el rostro del amor de su vida: una exótica mujer de
cabellos negros.
Al poco tiempo de haber traído a su mujer, de nombre
Doris, se separó de ella. Ben Harrison, uno de los historiadores de este hecho,
describe a Tanzler en esta época como:
“Un hombre de cincuenta años, imaginativo, inventor
práctico, científico, mago electricista y a veces, un mentiroso ingenioso quien
ya había comenzado a mezclar la realidad con la fantasía, en busca de la amante
de sus sueños”
Debido a este ligero trastorno, Carl se convirtió en
un hombre solitario.
Helena Hoyos |
El 22 de abril de 1930 llega al hospital de la marina,
una joven cubana de apenas 22 años, hermosa de cabellos negros, de nombre Helena
Hoyos, en quien Carl descubre la mujer de sus amores, según le había revelado
su familiar muerta.
La
tos de la que hace referencia era uno de los síntomas de la enfermedad con la
cual la diagnosticó: tuberculosis, una enfermedad terrible y casi que mortal
para la época.
Convenido
de que Helena era el amor que el destino le deparaba, Tanzler se obsesionó por
ella y comenzó a profesarle su amor y empezó a darle regalos, como joyas, pero
nunca hubo evidencia alguna de que ella retribuyera a su amor. Desesperado, y
con la intención de salvarla de la muerte, Tanzler propuso a sus familiares el
empleo de tratamientos novedosos que podían curarla. Estos se componían de uso
de hierbas, químicos e incluso rayos X, los cuales nunca antes habían sido
probados. La familia, desesperada para salvar a la muchacha autorizó el empleo
de estos métodos y el personal del hospital, aun con dudas, cooperó con el
doctor, convencidos por sus nueve títulos (que según él, tenía). Pero nada de
esto funcionó y Helena finalmente murió en casa de sus padres, el 25 de octubre
de 1931.
Con
el corazón destruido, Tanzler mismo pagó todos los trámites fúnebres de la pobre
Helena y con la autorización de la familia, que estaba conmovida por el afecto
que el doctor le tenía a su hija, construyó un mausoleo donde depositó los
restos de Hoyos y secretamente le inyectaba químicos que aletargaban el proceso
de descomposición de su cadáver.
Nadie
sabía que Tanzler había mandado a hacer una llave del mausoleo y que todas las
noches visitaba a Helena y no solo eso, también había mandado a poner un
teléfono para llamarla cuando él no podía visitarla, elemento este de la historia
del cual dudo. Carl declaró posteriormente que él le cantaba serenatas al
cadáver de Helena y que ella se le aparecía cuando éste le cantaba su canción
favorita. Von Cossel (otro apellido usado por Carl), dijo que sostuvo largas
conversaciones con el fantasma de Helena, quien supuestamente le confesó su
amor y en repetidas ocasiones le pedía que la sacara de su tumba.
Helena en 1926 |
Así
pues, una noche de abril de 1933, Tanzler fue al cementerio con un vagón de
juguete y sustrajo el cadáver de Helena de su sepulcro y se lo llevó a su casa.
Unió los huesos de la muerta con alambres y perchas y llenó el vacío de sus cavidades
oculares con ojos de vidrio y a medida que piel se descomponía, la remplazó con
seda mojada en cera y yeso. Con los cabellos que caían de su cráneo muerto, le hizo
una peluca para ocultar su calvicie
natural de muerta. La cavidad abdominal y el pecho de Helena, fueron rellenados
por Tanzler con harapos para mantener la forma original de su cuerpo esbelto y
además la vistió con medias, joyas y guantes, y dormía con ella a su lado. Su hedor
era ocultado por Carl con el uso de perfume, desinfectantes y agentes
preservadores para hacer más agradable su permanencia junto al cuerpo.
Ocho
años transcurrieron y tras un largo periodo de tiempo de no ver a Carl visitar
la tumba de Helena, comenzaron a correr rumores extraños. Florinda, la hermana
de Helena pidió a las autoridades permiso para abrir el mausoleo y al penetrar
en él descubrieron que el cadáver estaba ausente. Confrontó a Carl de forma
airada quien finalmente hizo pasar a Florinda a su recámara donde con horror
vio el cuerpo reconstruido de su hermana, el cual había sido retocado tantas
veces, que ya perecía un maniquí de sí misma.
Cadáver de Helan Hoyos al ser encontrado |
Obviamente
la hermana denunció al médico quien fue sometido a juicio. La noticia se dio a
conocer rápidamente y contrario a lo que se podría pensar, el público se puso
de lado de Carl y su amor, tan poderoso,
que había traspasado los límites de la muerte y lo habían llevado a
cometer un acto prohibido, tan solo para estar cerca de su amada.
El
caso rebasó los parámetros de lo moral, cuando las autoridades exhibieron al
público, el cadáver de Helena, quien no solo había tenido que sufrir la
obsesión enfermiza de un pobre desequilibrado, la profanación grosera de su
cuerpo sino que ahora sufría de la póstuma humillación y alimento del morbo pueblerino.
Tras nueve años, la pobre Helena seguía sin descansar en paz.
Exhibición pública del cadáver de Helena |
Mientras
tanto, a Tanzler se le realizó un examen psicológico donde se le declaró MENTALMENTE
SANO, para ser sometido a juicio bajo la acusación de “haber destruido una
tumba y removido un cuerpo sin motivo y sin permiso” pero el caso fue desestimado
y Tanzler liberado porque el plazo de prescripción había expirado.
Detalles del Cadáver de Helena |
El
cuerpo de Helena fue entonces sepultado en una locación secreta y Tanzler
absuelto de todos los cargos, siguió su vida, obtuvo la nacionalidad
estadounidense en 1950 y en 1953 murió, su cuerpo fue hallado tres semanas después
de su muerte tirado en el piso. Nunca se curó de su obsesión, de hecho fabricó
un maniquí, que era una réplica exacta del cadáver de Helena y con él vivió el
resto de sus días. Por sus antecedentes nunca
más consiguió trabajo y pudo mantenerse gracias a la contribución de
Doris, su esposa. Aunque usted no lo crea.
La
historia es real, hay testigos que certifican que el cuerpo de Helena fue
expuesto públicamente, hay certificados del juicio y hay fotografías, de hecho
el mismo Carl publicó en una revista, el escrito “Los Secretos de la Tumba de
Helena”, un artículo de 70 páginas donde narra todo ese episodio de su vida.
Por supuesto que al ser una historia asombrosa y bastante interesante, usted
encontrará la misma en diversas páginas del internet, donde se topará con varios hechos que no fueron nunca jamás
comprobados.
Uno
de ellos es la muerte de Carl, de quien se dice fue hallado en los brazos del
maniquí que es construyó, pero su obituario afirma que fue encontrado tirado en
el suelo, ya en franca descomposición, detrás de uno de sus órganos (el
instrumento).
Tanzler y el maniquí |
Otra
leyenda afirma que el cuerpo de Helena no fue el que enterraron en un lugar
secreto sino que para aliviar el dolor de Carl, las autoridades intercambiaron
el cadáver con el maniquí por lo que Carl habría muerto en posesión del cuerpo.
Pero un examen al maniquí reveló que este no tenía ningún tipo de material
humano, era hecho solo de materiales no encontrado en seres vivos.
Y finalmente,
aunque este caso es frecuentemente catalogado como necrofilia, sobre todo por
los sensacionalistas, que abundan en todas partes sin que internet sea una
excepción. Este caso no califica para necrofilia, en primer lugar porque no hay
pruebas de que Carl hubiese tenido algún tipo de intercambio sexual con el cadáver.
En otros artículos usted leerá que Tanzler introdujo un tubo de papel en la
vagina de Helena para poder practicar el sexo, pero la primera referencia a
este elemento de la historia fue publicado por dos forenses que examinaron el
cuerpo de Helena en 1940, pero lo hicieron en el año 1972, más de treinta años
después de lo sucedido. Además, ninguna referencia contemporánea al hecho
mencionó tal episodio. No hay en
realidad, ninguna evidencia de necrofilia en el caso de Carl Tanzler.
El Mausoleo que fue el hogar del cadáver de Helena por dos años |
No
hubo necrofilia en esta historia, tan solo un triste destino para ambos
protagonistas de la misma. Por un lado, la pobre Helena, muerta en la flor de
la vida y la belleza, con solo 22 años y toda una vida por delante, de una
enfermedad terrible y que sufrió el triste destino de ser el objeto de una obsesión
enferma, luego su cuerpo fue profanado y sometido al espectáculo y el morbo de
toda una población, y aun al día de hoy, los interesados en su historia, solo
buscan los detalles de su triste destino póstumo.
Por
otro lado, Carl, que bien podría ser prejuzgado como un loco demente, un pobre
diablo que perdió la cabeza desde su refugio de “forever alone”, él también
sufrió un triste destino, se condenó a sí mismo (porque nadie nos obliga a
obsesionarnos) a la soledad y frustración del amor obsesivo, a la incompresión
de sus semejantes y al juicio duro de las generaciones futuras que ven en él a
un loco necrofílico y no a un ser tan sentimentalmente atormentado, que terminó
enamorado del polvo muerto de su ser amado.
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agradecido.
Por Alex Ulacio
Etiquetas:
Historias
Venezolano, beisbolista frustrado y aspirante a escritor. Me gradué de Soñador Profesional en la Universidad de los Inútiles, actualmente realizo mi maestría en Persecusión de Ideales. Amante de los libros y el rock. Cuando no ando escribiendo, estoy pensando en lo que escribiré
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